miércoles, 21 de diciembre de 2011

Yule



Me solían decir que las estrellas estaban hechas de pequeños deseos. Era lógico pensar que algo tan hermoso sólo nos la pudiera traer la luz. Y la luz se nos escapa estos días, a medida que las estrellas brillan. Cada día, la noche devora más y más, y transforma la luz del sol en la de las estrellas. Pues los deseos solo pueden brillar cuando el vacío lo devora todo. La oscuridad nos atrapa...

Y piensa que mientras lees esto, una fugaz mujer atrapa las alas de una mariposa en su red de oropel. Un hombre pesa su dolor en la balanza de una nueva vida, y descubre que no merece la pena venderla. Gritos ahogados bajo el hielo nos traen el frío dolor de un arco iris que en este día nublado no se verá. Y no se lee nada. Pero, una duda pende junto a la espada de Damocles que sobre la cabeza soportáis: ¿es cálida el alma? ¿Puede el hielo congelarla? Milenios han pasado y la duda sigue igual. Ni el gorro frigio o el león abierto la duda superarán, ni la cruz ni el muérdago donde esos nostálgicos jóvenes se besarán.

También decían que una estrella fugaz cae cada vez que un deseo se desvanece. Quizás...por eso pedimos nuestro propios deseos al verlas, para que la oscuridad de la noche no se lleve nuestra esperanza y que los deseos nos sigan iluminando con su luz.

domingo, 4 de diciembre de 2011

De tu voz infernal



Esa luz que cruza tras esa ventana que no ves. Esa voz muda que tanto te gusta repetirme una y otra vez. Esos ojos tristes que alegres marcan un deseo. Ese miedo infundado que no tiene teoría alguna. Esa marca rosa que enfatiza tu camino acantilado. Ese baile celestial que tu y yo bailamos bajo la luz del sol de medianoche. Paso a paso, toque a toque. Canto a canto, cara a cara, bajo la misma cruz de una moneda que no cae en las lentes de tu misericordia. Y GRITA! GRITA! GRITA! CANTA! Salta tus propias leyes. Véndeme, deseada estás de ello... 

Estoy en el banquillo de tus dulces caprichos. Sabbath a sabbath de tus propios compromisos. Cantando las notas olvidadas. Baila... Nunca dije que le tuviéramos miedo a la muerte que ya está olvidada como un recuerdo repetitivo de nuestra alma reminiscente. Esa estrella fugaz se apaga, que tu voz soleada nunca sea nada. Fuma del humo de la jaula de la fiera que es tu boca. Sufre del destino de esa mente que siempre o nunca se equivoca. Salta y salta y salta y salta las vallas de la convención establecida. Y entonces se convence de que algo va mal. De que la caída no es normal.

BAILA! BAILA! Pega ese salto infinito. CORRE! CORRE! ¡Destruye el cielo con tu grito! Que nada se interponga en el camino de esos ojos de baterías apagadas que electrocutados por agua se quedan desesperados. Esto no es así. Como te fuiste y me dejaste aquí. Piensa que es un baile que tu y yo podemos bailar, el baile de la muerte nos va a tumbar. Vive y se feliz... Muere y déjame llorar...

domingo, 13 de noviembre de 2011

Una luz muerta para ti


Era una pequeña luciérnaga. Nació del amor de su madre, la que brillaba en la noche cuando hacía frío. El padre abandonaba la casa al amanecer, su trabajo era cumplido. La pequeña luciérnaga se ocultaba en las ramas de la sabia abuela que tantas vidas había contemplado y jugaba a imaginar ser mayorcita cuando llegara el verano. Se acurrucaba en invierno mientras la nieve ocultaba su bello tocado. Cuando llovía, el arco iris siempre iluminaba si quería. Aprendió a tocar música al son del mediodía. Y sobre todo trataba de brillar...pero no podía. La luna consternada le dio un poco de luz, pero se agotaba. El sol gritó con sus fuerzas pero nada pasaba. Y la pobre luciérnaga sufría. Nada sabía hacer. Su música se apagaba. El hielo la congelaba. Y poco a poco iba muriendo. La abuela, sabia como ninguna, la susurró palabras sensatas, demasiada luz para una sola hada. La luna se apagaba de vez en cuando, en invierno el sol tomaba más descanso. Y por las noches la luciérnaga volaba. Y poco a poco su color empezó a teñirse de amarillo, la luz estaba ya en camino. Y su sonrisa apareció. Tan bella era por todos apreciada, pequeña luminosa y esperanzada. Su vida hermosa era, su canto de luz a todos nos hacía feliz. Al día siguiente murió. Nadie se lo esperaba, ni siquiera tu. No tienes que darme las gracias por matar a la luciérnaga. Se que la odiabas, aunque no lo creas. Ni la luna llena que brilla a través de mi ventana puede hacerme llorar por ella, ni el sol que ilumine el sueño acabado me hará sentirme peor. Esa luciérnaga está muerta, querido lector. Si por un momento creíste que estaba viva, bienvenido al mundo que odio yo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El nido en la luz del sol


Hace tiempo la luna aún brillaba por el día. Hace tiempo el sol vivía con nosotros en el suelo. Los hombres eran felices. Y sí, dije felices. Me refiero a ese resplandor que fulmina nuestra vigilia en la mañana. A ese Sol que suena tan bien en nuestra flauta. A los posos que marcan nuestro futuro del día. A ese olor de la pequeña escuela donde probaste tu comida favorita con esa tenue y borrosa cara de aquella pequeña chiquilla ya extinguida en el tiempo. Sin mas, cual rayo del mediodía naciendo en tu memoria, cual despertar incandescente en tu espíritu. De las aves golondrinas que anidaron en tu corazón la más bonita es la que más huevos dejó, ¿verdad? Polluelo, sin volar bajo el sol, que pobre nunca nace y nunca nació. Vuela con tu mirada apagada, no mires la luz del sol que perfora tu pequeño corazón. La luz de la luna encenderá tu pasión. Los recuerdos que te hacen feliz al ser rememorados se convierten en témpanos que te congelan bajo la fría noche sin compasión. Pero recuerda, pequeña golondrina, tu menudo corazoncito aún conserva una pizca de calor. Calienta el hielo, deja que sufra tu corazón. Que la memoria helada se funda, que las lágrimas derretidas fluyan fuera sin temor.

sábado, 22 de octubre de 2011

Si me dedicas un minuto...



¿Hola? ¿Hay alguien? Si alguien me escucha que me conteste. No se donde estoy, nunca lo supe. Estoy aquí atrapado desde que nací, vagando sin ver nada, escuchando sin saber a dónde ir. Pero recuerdo...Intento huir de ellos pero me persiguen, no se qué quieren de mi pero intentan aplastarme. Supongo que quieren que haga algo, quizás tienen que hablar, pero no quiero escucharlos. Su visión me quema los ojos con lágrimas. Pero no podía huir más. Me he convertido en un monstruo enjaulado, tu piel se convirtió en la cárcel de mis sentidos. Tu mente en el laberinto de mi espíritu. Tu corazón en la tumba de mi alma. Mi cuerpo está condenado a vagar eternamente entre fantasmas de vidas pasadas, que marcharon sin más. Para mi el presente es el futuro, y el futuro es inalcanzable. No puedo escapar de aquí, algo me retiene que no sé que es. La desesperación me puede y la sangre de mis ojos me mantiene vivo. Solo quiero morir, la vida es mi mayor enemiga. Mis memorias me encerraron aquí, disfrutan vengativas viéndome sufrir.


Quiero escapar. Sácame de aquí si me logras escuchar. Apiádate de mi. ¿Qué, que duerma dices? Entonces verás...


Los sueños rotos no mueren. Se convierten en demonios avariciosos y orgullosos. No te dejan en paz. Cada noche estoy envuelto en unas mismas palabras intransigentes que no me dejan vivir. El sueño de una espiral muerta nunca perece, sigue latiendo y girando para asegurarse de que no escape del mundo letal en el que, irónicamente, vivo. No me quedan fuerzas para luchar...


Por favor sácame de aquí, quiero dormir sin pesadillas, vivir en el olvido. Sólo tienes que tenderme la mano. ¿Perdón? ¿Qué no me escuchas? Ah, bueno, siento las molestias. En fin...

domingo, 16 de octubre de 2011

Su mundo ideal



Imaginad un mundo. Un mundo que se extienda más allá de tus memorias. Un mundo donde puedas soñar con tener sueños. Sueños que no se escapen de tu corazón, que desees cumplirlos con pasión. Donde los brazos que extiendes se unan con otros que sonríen por ayudarte. Donde la vida...esté viva. Ahí existe un pequeño chico. Y crecerá, aunque no quiera. Descubrirá que la lluvia moja la ropa, que el fuego quema la piel. Luego, que el perro no es un peluche más, que las plantas están vivas y se riegan. Que las letras se pueden leer, y que significan cosas maravillosas. Después los amigos pueden jugar y hacerle reír, y las chicas no son raras por besarle. Se dará cuenta de que la vida tiene su sentido, que crecer es algo especial y deseará crecer más y más. Pero algo más que su cuerpo cambiará. Las chicas son raras por besarle, los amigos le pueden dejar y hacerle llorar. Las letras son duras de leer, y le harán mucho daño. Las plantas, aunque las cuide y las riegue, se morirán, y el perro quizás era demasiado viejo para jugar con juguetes alguna vez más. El fuego será lo único que te hará sentir placer, y la lluvia...no será tan hermosa como antes. Y entonces no querrá crecer más...querrá volver atrás. Pero le falta una cosa aún por aprender: nada se puede cambiar. Su voluntad, sus deseos, sus sueños...atados sin más, condenados a reírse de su propia existencia. No puede hacer nada. Ver como sigue creciendo, aprendiendo cosas que no quiso saber...olvidando sus plantas, su pequeño animal, sus amigos y los poemas que su corazón escribió para intentar escapar. Y finalmente, la muerte le llegó. La muerte que desde pequeño odió, ahora no parecía tan mala. Te comprende, señora de todos los finales, que de tantos hubo, buenos y malos, pero que en ti todos ellos acabaron. La más sufrida persona eres, viendo las miserias de los que en ti se duermen. Te compadece, y con una lágrima se entrega a ti. Con un pensamiento apaga sus ojos: "¿Por qué nací? Yo no lo sabía... Nadie preguntó mi opinión. ¿Vivir para crecer, crecer para morir? No tiene sentido alguno. Nací rico en alma para morir pobre." Y se desvaneció. Pero no derrochéis una lágrima por él. Es un mundo de vuestra invención. Un mundo que se extiende más allá de tus memorias. Un mundo donde puedes soñar con tener sueños. Aunque realmente...¿creéis que esa persona, imaginada por vosotros, habitante de un mundo incomprensible, nunca existió...?



domingo, 9 de octubre de 2011

El color de la alegría en tu pelo


...-Pero aun así, no consigues nada. No eres capaz de escapar de ese ciclo sin final, de esa rueda sin sentimientos que te atrapa. Inteligente o no, sin duda sabe hacer daño. Consciente o no, gira... Y lo peor es que gira...
-No hace falta que me lo digas. Me he dado cuenta. He sentido en mi piel sus ruedas dentadas. Y he sentido su voluntad entregada, automatizada.
-¿Has pensado en como es la vida ahí fuera?
-La he supuesto.
-¿Y que has supuesto?
-Que está viva.
-¿Viva?
-Sin duda viva.
-Apuesto a que el mundo entero piensa que está muerta para ellos.
-Y muerta está para quién no sabe apreciarla.
-Cuántos asesinos hay en el mundo.
-Homicidas, diría yo. ¿Quién haría el mal sabiendo que algo se puede hacer bien?
-¿Y te has juzgado?
-...
-¿De tantos asesinos no serías tu el peor de ellos?
-De todos los que sabían que la vida estaba viva, de todos los que fueron abandonados por el día a día. Tan lejos que muerta, tan cerca igual...No...asesino no, ladrón quizás de una vida que no me correspondía. Pero sin duda preso de otra que me merecía.
-¿Y aquellos bellos instrumentos que te narran, que te llaman al otro lado de esta rueda que no termina? ¿Homicida también por no escucharlos? Tu existencia manchada de sangre...¿que no existe? ¡Por los cielos! ¡No te das cuenta de que mereces esta vida! ¡Las mismas notas tocadas en un arpa ayer, mañana en una flauta travesera! ¡Ese bello color que se escapa del espectro del olor, que emana de tu pelo apagado y consumido! Sin duda, condenado mereces estar.
-Pero hubo una pequeña piedra...
-¿Qué piedra? La roca se rompe, nacen piedras. La piedra se quiebra, gravilla, después arena. Pero la arena no puede volver a ser grava. ¡Condenada a arena y nada más!
-Por esa arena lucharé, y en testigo pondré que nada me detendrá, ni la luz cegadora de esa estrella tan fugaz...

-Pero aun así, no consigues nada. No eres capaz de escapar de ese ciclo sin final, de esa rueda sin sentimientos que te atrapa. Inteligente o no, sin duda sabe hacer daño. Consciente o no, gira... Y lo peor es que gira...
-No hace falta que me lo digas. Me he dado cuenta. He sentido en mi piel sus ruedas dentadas. Y he sentido su voluntad entregada, automatizada.
-¿Has pensado en como es la vida ahí fuera?
-La he supuesto.
-¿Y que has supuesto?
-Que está viva.
-¿Viva?
-Sin duda viva.
-Apuesto a que el mundo entero piensa que está muerta para ellos.
-Y muerta está para quién no sabe apreciarla.
-Cuántos asesinos hay en el mundo.
-Homicidas, diría yo. ¿Quién haría el mal sabiendo que algo se puede hacer bien?
-¿Y te has juzgado?
-...
-¿De tantos asesinos no serías tu el peor de ellos?
-De todos los que sabían que la vida estaba viva, de todos los que fueron abandonados por el día a día. Tan lejos que muerta, tan cerca igual...No...asesino no, ladrón quizás de una vida que no me correspondía. Pero sin duda preso de otra que me merecía.
-¿Y aquellos bellos instrumentos que te narran, que te llaman al otro lado de esta rueda que no termina? ¿Homicida también por no escucharlos? Tu existencia manchada de sangre...¿que no existe? ¡Por los cielos! ¡No te das cuenta de que mereces esta vida! ¡Las mismas notas tocadas en un arpa ayer, mañana en una flauta travesera! ¡Ese bello color que se escapa del espectro del olor, que emana de tu pelo apagado y consumido! Sin duda, condenado mereces estar.
-Pero hubo una pequeña piedra...
-¿Qué piedra? La roca se rompe, nacen piedras. La piedra se quiebra, gravilla, después arena. Pero la arena no puede volver a ser grava. ¡Condenada a arena y nada más!
-Pero aun así, no consigues nada. No eres capaz de escapar de ese ciclo sin final, de esa rueda sin sentimientos que te atrapa. Inteligente o no, sin duda sabe hacer daño. Consciente o no, gira... Y lo peor es que gira...
-Por esa arena lucharé, y en testigo pondré que nada me detendrá, ni la luz cegadora de esa estrella tan fugaz...
-No hace falta que me lo digas. Me he dado cuenta. He sentido en mi piel sus ruedas dentadas. Y he sentido su voluntad entregada, automatizada.
-¿Has pensado en como es la vida ahí fuera?
-La he supuesto.
-¿Y que has supuesto?
-Que está viva.
-¿Viva?
-Sin duda viva.
-Apuesto a que el mundo entero piensa que está muerta para ellos.
-Y muerta está para quién no sabe apreciarla.
-Cuántos asesinos hay en el mundo.
-Homicidas, diría yo. ¿Quién haría el mal sabiendo que algo se puede hacer bien?
-¿Y te has juzgado?
-...
-¿De tantos asesinos no serías tu el peor de ellos?
-De todos los que sabían que la vida estaba viva, de todos los que fueron abandonados por el día a día. Tan lejos que muerta, tan cerca igual...No...asesino no, ladrón quizás de una vida que no me correspondía. Pero sin duda preso de otra que me merecía.
-¿Y aquellos bellos instrumentos que te narran, que te llaman al otro lado de esta rueda que no termina? ¿Homicida también por no escucharlos? Tu existencia manchada de sangre...¿que no existe? ¡Por los cielos! ¡No te das cuenta de que mereces esta vida! ¡Las mismas notas tocadas en un arpa ayer, mañana en una flauta travesera! ¡Ese bello color que se escapa del espectro del olor, que emana de tu pelo apagado y consumido! Sin duda, condenado mereces estar.
-Pero hubo una pequeña piedra...
-¿Qué piedra? La roca se rompe, nacen piedras. La piedra se quiebra, gravilla, después arena. Pero la arena no puede volver a ser grava. ¡Condenada a arena y nada más!
-Pero aun así, no consigues nada. No eres capaz de escapar de ese ciclo sin final, de esa rueda sin sentimientos que te atrapa. Inteligente o no, sin duda sabe hacer daño. Consciente o no, gira... Y lo peor es que gira...
-Por esa arena lucharé, y en testigo pondré que nada me detendrá, ni la luz cegadora de esa estrella tan fugaz...
-No hace falta que me lo digas. Me he dado cuenta. He sentido en mi piel sus ruedas dentadas. Y he sentido su voluntad entregada, automatizada.
-¿Has pensado en como es la vida ahí fuera?
-La he supuesto.
-¿Y que has supuesto?
-Que está viva.
-¿Viva?
-Sin duda viva.
-Apuesto a que el mundo entero piensa que está muerta para ellos.
-Y muerta está para quién no sabe apreciarla.
-Cuántos asesinos hay en el mundo.
-Homicidas, diría yo. ¿Quién haría el mal sabiendo que algo se puede hacer bien?
-¿Y te has juzgado?
-...
-¿De tantos asesinos no serías tu el peor de ellos?
-De todos los que sabían que la vida estaba viva, de todos los que fueron abandonados por el día a día. Tan lejos que muerta, tan cerca igual...No...asesino no, ladrón quizás de una vida que no me correspondía. Pero sin duda preso de otra que me merecía.
-¿Y aquellos bellos instrumentos que te narran, que te llaman al otro lado de esta rueda que no termina? ¿Homicida también por no escucharlos? Tu existencia manchada de sangre...¿que no existe? ¡Por los cielos! ¡No te das cuenta de que mereces esta vida! ¡Las mismas notas tocadas en un arpa ayer, mañana en una flauta travesera! ¡Ese bello color que se escapa del espectro del olor, que emana de tu pelo apagado y consumido! Sin duda, condenado mereces estar.
-Pero hubo una pequeña piedra...
-¿Qué piedra? La roca se rompe, nacen piedras. La piedra se quiebra, gravilla, después arena. Pero la arena no puede volver a ser grava. ¡Condenada a arena y nada más!
-Pero aun así, no consigues nada. No eres capaz de escapar de ese ciclo sin final, de esa rueda sin sentimientos que te atrapa. Inteligente o no, sin duda sabe hacer daño. Consciente o no, gira... Y lo peor es que gira...
-Por esa arena lucharé, y en testigo pondré que nada me detendrá, ni la luz cegadora de esa estrella tan fugaz...
-No hace falta que me lo digas. Me he dado cuenta. He sentido en mi piel sus ruedas dentadas. Y he sentido su voluntad entregada, automatizada.
-¿Has pensado en como es la vida ahí fuera?
-La he supuesto.
-¿Y que has supuesto?
-Que está viva.
-¿Viva?
-Sin duda viva.
-Apuesto a que el mundo entero piensa que está muerta para ellos.
-Y muerta está para quién no sabe apreciarla.
-Cuántos asesinos hay en el mundo.
-Homicidas, diría yo. ¿Quién haría el mal sabiendo que algo se puede hacer bien?
-¿Y te has juzgado?
-...
-¿De tantos asesinos no serías tu el peor de ellos?
-De todos los que sabían que la vida estaba viva, de todos los que fueron abandonados por el día a día. Tan lejos que muerta, tan cerca igual...No...asesino no, ladrón quizás de una vida que no me correspondía. Pero sin duda preso de otra que me merecía.
-¿Y aquellos bellos instrumentos que te narran, que te llaman al otro lado de esta rueda que no termina? ¿Homicida también por no escucharlos? Tu existencia manchada de sangre...¿que no existe? ¡Por los cielos! ¡No te das cuenta de que mereces esta vida! ¡Las mismas notas tocadas en un arpa ayer, mañana en una flauta travesera! ¡Ese bello color que se escapa del espectro del olor, que emana de tu pelo apagado y consumido! Sin duda, condenado mereces estar.
-Pero hubo una pequeña piedra...
-¿Qué piedra? La roca se rompe, nacen piedras. La piedra se quiebra, gravilla, después arena. Pero la arena no puede volver a ser grava. ¡Condenada a arena y nada más!
-Pero aun así, no consigues nada. No eres capaz de escapar de ese ciclo sin final, de esa rueda sin sentimientos que te atrapa. Inteligente o no, sin duda sabe hacer daño. Consciente o no, gira... Y lo peor es que gira...
-Por esa arena lucharé, y en testigo pondré que nada me detendrá, ni la luz cegadora de esa estrella tan fugaz...
-No hace falta que me lo digas. Me he dado cuenta. He sentido en mi piel sus ruedas dentadas. Y he sentido su voluntad entregada, automatizada.
-¿Has pensado en como es la vida ahí fuera?
-La he supuesto.
-¿Y que has supuesto?
-Que está viva.
-¿Viva?
-Sin duda viva.
-Apuesto a que el mundo entero piensa que está muerta para ellos.
-Y muerta está para quién no sabe apreciarla.
-Cuántos asesinos hay en el mundo.
-Homicidas, diría yo. ¿Quién haría el mal sabiendo que algo se puede hacer bien?
-¿Y te has juzgado?
-...
-¿De tantos asesinos no serías tu el peor de ellos?
-De todos los que sabían que la vida estaba viva, de todos los que fueron abandonados por el día a día. Tan lejos que muerta, tan cerca igual...No...asesino no, ladrón quizás de una vida que no me correspondía. Pero sin duda preso de otra que me merecía.
-¿Y aquellos bellos instrumentos que te narran, que te llaman al otro lado de esta rueda que no termina? ¿Homicida también por no escucharlos? Tu existencia manchada de sangre...¿que no existe? ¡Por los cielos! ¡No te das cuenta de que mereces esta vida! ¡Las mismas notas tocadas en un arpa ayer, mañana en una flauta travesera! ¡Ese bello color que se escapa del espectro del olor, que emana de tu pelo apagado y consumido! Sin duda, condenado mereces estar.
-Pero hubo una pequeña piedra...
-¿Qué piedra? La roca se rompe, nacen piedras. La piedra se quiebra, gravilla, después arena. Pero la arena no puede volver a ser grava. ¡Condenada a arena y nada más!
-Pero aun así, no consigues nada. No eres capaz de escapar de ese ciclo sin final, de esa rueda sin sentimientos que te atrapa. Inteligente o no, sin duda sabe hacer daño. Consciente o no, gira... Y lo peor es que gira...
-Por esa arena lucharé, y en testigo pondré que nada me detendrá, ni la luz cegadora de esa estrella tan fugaz...
-No hace falta que me lo digas. Me he dado cuenta. He sentido en mi piel sus ruedas dentadas. Y he sentido su voluntad entregada, automatizada.
-¿Has pensado en como es la vida ahí fuera?
-La he supuesto.
-¿Y que has supuesto?
-Que está viva.
-¿Viva?
-Sin duda viva.
-Apuesto a que el mundo entero piensa que está muerta para ellos.
-Y muerta está para quién no sabe apreciarla.
-Cuántos asesinos hay en el mundo.
-Homicidas, diría yo. ¿Quién haría el mal sabiendo que algo se puede hacer bien?
-¿Y te has juzgado?
-...
-¿De tantos asesinos no serías tu el peor de ellos?
-De todos los que sabían que la vida estaba viva, de todos los que fueron abandonados por el día a día. Tan lejos que muerta, tan cerca igual...No...asesino no, ladrón quizás de una vida que no me correspondía. Pero sin duda preso de otra que me merecía.
-¿Y aquellos bellos instrumentos que te narran, que te llaman al otro lado de esta rueda que no termina? ¿Homicida también por no escucharlos? Tu existencia manchada de sangre...¿que no existe? ¡Por los cielos! ¡No te das cuenta de que mereces esta vida! ¡Las mismas notas tocadas en un arpa ayer, mañana en una flauta travesera! ¡Ese bello color que se escapa del espectro del olor, que emana de tu pelo apagado y consumido! Sin duda, condenado mereces estar.
-Pero hubo una pequeña piedra...
-¿Qué piedra? La roca se rompe, nacen piedras. La piedra se quiebra, gravilla, después arena. Pero la arena no puede volver a ser grava. ¡Condenada a arena y nada más!
-Pero aun así, no consigues nada. No eres capaz de escapar de ese ciclo sin final, de esa rueda sin sentimientos que te atrapa. Inteligente o no, sin duda sabe hacer daño. Consciente o no, gira... Y lo peor es que gira...
-Por esa arena lucharé, y en testigo pondré que nada me detendrá, ni la luz cegadora de esa estrella tan fugaz...
-No hace falta que me lo digas. Me he dado cuenta. He sentido en mi piel sus ruedas dentadas. Y he sentido su voluntad entregada, automatizada.
-¿Has pensado en como es la vida ahí fuera?
-La he supuesto.
-¿Y que has supuesto?
-Que está viva.
-¿Viva?
-Sin duda viva.
-Apuesto a que el mundo entero piensa que está muerta para ellos.
-Y muerta está para quién no sabe apreciarla.
-Cuántos asesinos hay en el mundo.
-Homicidas, diría yo. ¿Quién haría el mal sabiendo que algo se puede hacer bien?
-¿Y te has juzgado?
-...
-¿De tantos asesinos no serías tu el peor de ellos?
-De todos los que sabían que la vida estaba viva, de todos los que fueron abandonados por el día a día. Tan lejos que muerta, tan cerca igual...No...asesino no, ladrón quizás de una vida que no me correspondía. Pero sin duda preso de otra que me merecía.
-¿Y aquellos bellos instrumentos que te narran, que te llaman al otro lado de esta rueda que no termina? ¿Homicida también por no escucharlos? Tu existencia manchada de sangre...¿que no existe? ¡Por los cielos! ¡No te das cuenta de que mereces esta vida! ¡Las mismas notas tocadas en un arpa ayer, mañana en una flauta travesera! ¡Ese bello color que se escapa del espectro del olor, que emana de tu pelo apagado y consumido! Sin duda, condenado mereces estar.
-Pero hubo una pequeña piedra...
-¿Qué piedra? La roca se rompe, nacen piedras. La piedra se quiebra, gravilla, después arena. Pero la arena no puede volver a ser grava. ¡Condenada a arena y nada más!
-Por esa arena lucharé, y en testigo pondré que nada me detendrá, ni la luz cegadora de esa estrella tan fugaz...










































































































































































































Y murió...





miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mabon



"Contemplad el misterio. En silencio se gana la semilla de la sabiduría."

Los árboles, artistas por ahora, alzan sus ramas pintadas y graban su marca en el gran lienzo limpio del bosque. Una estrella amarilla, una extensión del mismo atardecer. De la almohada de plumas que aún no son blancas una pequeña espiga se desperezó. Semilla en su tiempo, había nacido como el fruto de un amor vegetal y fabricado. Tuvo que soportar el hielo de la soledad unos meses, tres quizás. Mas el calor del sol no fue el artífice de su humanidad desbocada, por ironía tal vez, sino una persona, por chatarra su corazón y hiedra su esternón. Las vides debía guardar y las espigas conservar. Su mirada era perniciosa y apagada, maliciosa y entregada. En los huecos de su amor no cabía más pasión, los pájaros le traían dolor. La espiga enamorada su nombre le preguntaba, y el pobre hombrecillo, quieto sin camino que seguir, parado en el destino, sin futuro ni pasado, ni tiempo calculado, contestaba que nadie era para tener nombre, ¿qué nombre era un nombre?  Nieve, flores y sol, luna y sin embargo calor. La espiga alto creció, alcanzó la rodilla, la cintura y su corazón. El hombrecillo llenó esos pocos huecos de sueños sin huesos. "¿Una espiga, por qué no? Si tampoco está tan mal. Yo, impasible y vacío, con la mirada en el horizonte. Y ella, sin embargo, creciendo y creciendo, tocando mi corazón desgarrado por mi mera existencia. Quizás no haya mujer para mí en la distancia que nunca puedo alcanzar, pero junto a mi tengo todo lo que puedo desear. ¿Es acaso necesario eso del viajar? Si de tanta gravilla desgravada, de tantas tierras allanadas, una sencilla espiga igual no encontrarás. Si de cientos hay en miles, pero en miles no hay ninguna más." Los duendes que escupen toda mora en la emoción decidieron que era ya la estación. Otoño, donde las hojas mueren en vida. Otoño, donde los duendes cortaron la espiga. Apagada y somnolienta, su alma se extinguió...no podría jamás escapar. El hombrecillo gritó al vacío donde la espiga cayó. Aceptando su sino, miró hacia el horizonte de nuevo y lloró sin nada que llorar. Escapó sin escapar. Y calló sin callar. Los pájaros le perdieron el miedo, en él hicieron su morada. Envidia el volar. "¿Por qué ponerme un nombre ahora que dejé de existir? Llamado espantapájaros nací, mas si ya mi propia existencia perdí, ¿por qué voy a vivir?" Y nadie acaso notó su corazón inexistente perderse en el vacío, mas su luz apagada poco a poco se desvaneció, y muerto al paso del tiempo sobrevivió.

lunes, 29 de agosto de 2011

Doce horas muertas




Si el destino cayera en las olas ¿quién recobraría la conciencia? Si el monte inaudito eclipsara el sol ¿quién luciría sus ojos para verlo? El tiempo envejece, pierde el valor en la carne. El cielo que antes cobraba en oro ahora paga en plata bajo el reinado de la mañana, y en el ocaso de sus días descubre que la luna no entiende de oros. El tiempo es un viejo lugareño de la vida. Tal como fue, vino, y tal como le fue, se va. Deja un pequeño rastro de efímeras nubes en el firmamento y un paso que nos llena de vivaz pesar, un leve balanceo en el agua que escarcha unas voces que jamás se apagarán. En su piel, las marcas del dolor no se miden en cm, sino en minutos, la muerte en horas, la vida en segundos. Va borrando las cifras de todo asunto pendiente en un verano. Y ahora...

El sol desaparecerá, en cinco cortas vidas cronometradas desde que cogí el lápiz...mas con doce muertes aparecerá. El fantasma de las ruinas de la gente en mi mesa, arrastradas por el tiempo que llevó la oscuridad a mis palabras. El agua, ya no es oro, aún no es plata, oropel nada más. Cruza el vacío de mis ojos, deseando que me desvanezca. Pero entonces...la luna llegó, y con su argéntea aura marcó el camino de la tinta en el papel. El ocaso terminó, la luz de la tarde se marchó. Si el tiempo me lo permite, me quedaré aquí un poco más. Y si no me lo permite....bueno, ¿que más da? Bajo la luna, el tiempo perece, las horas muertas están...

PRIMERA MUERTE

¿Acaso puede un resplandor iluminar un monte entero?¿Acaso es aquella luz la que yo tanto espero? El faro solitario, asomándose en las profundidades del océano ya tanto tiempo conocido y sin comprender que, tímido pero constante, los mismos peces nunca encontrará. El tiempo se los llevó, y su luz, ahí perdurará, prometido a que algún día los encontrará. Viejo amigo, desesperado por el destino, tus carnes en óxido se convertirán, y tu luz algún día, esperemos que sea lejano, se tendrá que apagar. ¿Acaso has pensado de donde vienes? La gente te creó, pensando que les serías servicial, que guardar un montón de rocas sin sentido era tu misión y tu final. Pero yo se que buscas la promesa que el tiempo te robó, y que giras y giras sin temor a perderte en el remolino de pequeñas vidas que giraron en su momento a tu alrededor...siendo tan importante para ellas como lo fue la luz del sol. Viejo amigo, aceptando tu destino, el óxido se convertirá en polvo, e iluminarás ahora una fogata, pero la noche nunca olvidará la luz de nuestro pequeño corazón.

SEGUNDA MUERTE

Todo está oscuro...¿Pero que es ese lucero de allí arriba? No, espera...¿es un avión? No...su reflejo es demasiado fuerte, su brillo demasiado sincero...No se mueve, nada parpadea a su alrededor...Quizás siempre haya un camino mientras haya una luz que seguir tan brillante como la de ese lucero...quizás pueda guiarnos cuando sintamos que el propio techo estelar cae sobre nuestros hombros. Y mi sonrisa se quedó congelada...el lucero, avión descubierto, giró y desapareció de mi vista, dejando todo más oscuro que cuando apareció en el propio cielo.

TERCERA MUERTE

¿Quién puso las estrellas tan lejos? Ningún ángel sería capaz de tal cosa, ni siquiera el mismo demonio. Tuvo que ser algún hombre...alguna idea mal intencionada... Ahora no puedo hacer más que observarlas y pensar...¿es real lo que estoy viendo? De pequeños nos dicen que tus seres queridos están ahí arriba, observándote con una sonrisa, vigilando que nada te haga daño. Y entonces nos hacemos mayores y aprendemos lo que nunca tuvimos que saber: muchas de las estrellas que vemos están muertas ya, y sólo vemos la luz que dejaron sus cenizas viajando cual fénix apagado. Entonces, ¿que pasó con nuestros viajeros en el tiempo? ¿Dejaron su camino y aceptaron su destino? ¿Qué ocurrió con su sonrisa? Se congeló en el fuego apagado de la estrella en la que moraban.

CUARTA MUERTE

¿Ocurrió eso de verdad? ¿Fue una estrella fugaz? No...es demasiado bueno para ser cierto...Algo tan bueno no me puede pasar a mi...Y sin embargo, ahí va una segunda, y después llegó la tercera. ¿Quién dijo que todas ellas llegaran? ¿Quién dijo que las estrellas fugaces existieran? Pedimos un deseo al verlas, pero sólo el que no lo hace verdaderamente tiene fe en ellas...Ese deseo, sea una rueda para la bici que tuvimos de pequeños, o el minúsculo sueño que teníamos al nacer es prueba de que no crees que esa estrella existiera más allá de los límites de tu imaginación. Si esa estrella hubiera existido realmente, ojalá tus sueños lo hubieran hecho...No, no he visto una estrella fugaz...Y, sin embargo, he visto tres... A la cuarta pediré que exista alguna estrella fugaz, pero me he dado cuenta...mi oportunidad se ha perdido ya...

QUINTA MUERTE

Cerré los ojos y escuché el rumor del mar. Y me pregunté: ¿Cómo suena la lluvia en el mar? Debe de ser algo maravilloso... el agua lo dominaría todo... Arriba, las nubes, llorando como hicieron desde tiempos inmemoriales, y abajo, el mar, el rastro de su eterno dolor. Y, mientras el húmedo frío cala tus huesos, buscando el agua en tu interior, ese agua que escapa en el vaho de un suspiro. Pero de entre toda esa agua, probablemente, la más bonita sean un par de gotas: las lágrimas...Porque el agua es indomable...no puedes controlar el océano, las nubes no tienen dueño, la lluvia cae sin perdón, el vaho va ligado a tu vida...Si nada de eso puede ser controlado, ¿por qué iban a serlo las lágrimas? Dos pequeñas gotas de mañana, dos fuertes luciérnagas en la noche del corazón.

SEXTA MUERTE

El frío llamaba, y me di cuenta de mi soledad...Es como si el sueño durmiera a todo lo que se acerca a sus garras. Y yo no quiero caer aún. Me queda nada que ver, mucho que pensar. He aguantado la mitad de la noche en vela, y precisamente es ahora cuando no hay nada que me impida sentarme a esperar lo que me lleva el camino. Pero cuando esté listo a aceptar el dulce abrazo del sueño, no dejaré de pensar, pues todo lo que me queda lo seré capaz de soñar.

SÉPTIMA MUERTE

El tiempo ha arrasado con la isla que a lo lejos antes se veía...Fíjate, ahí...perdido en el mar. Tan cerca de la ola, con tantos deseos de saltar. Mi mente saltó, se ocultó bajo la luz de las estrellas que no cruzan la capa de sinceridad. Allí abajo encontró las ruinas de alguien que no podía seguir adelante, no podía abandonar la isla que la acogió. Tampoco pudo aceptar que poco a poco la isla iba muriendo, y él con ella. Pero había nacido con ella, y había plantado una promesa bajo el árbol que lo vio crecer. El árbol murió, la isla se ahogó y él sus ojos cerró. Pero la promesa enterrada a la superficie se alzó. "Nunca te abandonaré" decía. Y el peso de ella le enterró.

OCTAVA MUERTE

La luna está en pleno apogeo. Le gusta pintar el mar. O al menos eso pienso yo. ¿Que hace si no? Se aburre, nada más. La gente la mira y le da igual. Es pequeña y graciosa. Inocente y juguetona. El tiempo ha marcado su rostro, pero ella no envejece, no te confundas. Su sonrisa es grande, su cabello eterno. Su mirada cándida y penetrante. Pero, hechicera, me volviste a hipnotizar. Te encanta jugar conmigo, ¿no? No te preocupes, de ahora en adelante tendrás con quien disfrutar cada noche de tu vida.

NOVENA MUERTE

Falta algo...me siento vacío...No hay ninguna flor en el mar. ¿Por qué? No tiene sentido. Hay mares de flores, pero ninguna flor de mar. Ese evento es triste, lo sé. Pero se puede arreglar. Coges una flor, la lanzas y las olas la devoran. Esa flor se hunde, y se planta, llega el final del viaje. Una nueva flor nació, una bella mariposa en el mar. Y, de poco a poco, con el paso del tiempo, las flores dominarán el mar, y el mar de flores cobrará un nuevo significado. Ah, claro. Tienen que ser lirios, si no no funcionaría. Faltaría el respeto que fueran de otro tipo.

DÉCIMA MUERTE

¡Oh sueño, señor de todas las noches! Abrázame y dame tu palabra de que volveré del reino donde las preguntas tienen respuestas que a todo el mundo gustan. Del reino donde las gaviotas traen cartas de islas que nadie conoce. Donde las grandes estatuas del pasado rememoran tiempos que no vivieron. Donde las personas vuelven de lugares que desearías que no hubieran pisado. Tómame, pero mátame solo una vez más.

UNDÉCIMA MUERTE

Veo una hoguera encendida. Un leño deseando por arder. Una canción que acelera para alcanzar su final. Una gota que cae por su propio peso. Una nube que desaparece en llanto. Un árbol dominado por las ramas muertas. Una cueva de barro. Un castillo de arena bajo la marea. Una cicatriz quemada por el tiempo. Unas manos aturdidas por la mente bloqueada. Una hoja del arma que provocó algún insulto. Y sobre todo, una sonrisa de esperanza y de ternura, de cariño y comprensión. Un abrazo que desea lo mejor, pero que el telón de un gran teatro cortó.

DUODÉCIMA MUERTE

Me desperté. Aún oscuridad, mas poco a poco una luz... Una luz que no deja sombra, pero si esperanza. Una luna que resguarda junto a ella a las estrellas mientras espera la llegada de su hermano. Poco a poco, cientos de colores cruzaron el horizonte. La gente se descongeló, finalmente observó. El alba...el día gobernado por la luna. Y mientras la sombra cambiaba poco a poco de lugar, del agua surgió una cúpula de fuego. No dejaba luz, solo calor. De tan poco tanta oscuridad, mas ninguna había habido ya. Y, presentando mis respetos al tiempo, en la oscuridad me refugié.

Del ocaso al alba, y de nuevo al revés. El destino había alcanzado, mas el destino no a mi. Por un momento la luna fue una espiral, el pequeño rastro de noche no fue ficción, sólo emoción. Un faro. Un avión. Una estrella, otra fugaz. Un poco de agua y otro poco de soledad. Una promesa bajo una luna. Una flor a la deriva. Un sueño de cosas que terminarán. Y un alba para cada día. Si el tiempo me lo permite, dormiré un poco en soledad...Y si no me lo permite...bueno, supongo que por hoy...trece muertes no más que doce serán.





viernes, 5 de agosto de 2011

Noria de la memoria


Y bien...¿de qué le sirve a un río llevar agua hasta al mar...si luego va a morir? ¿De qué le sirve a un pequeño arbolito crecer sus ramas y prender fuego a sus flores...cuando luego no puede verlas? Que si, que si... Que si no quedan palabras para explicarlo no es el problema de nadie. Simplemente...es su destino. Vivir para morir. Imaginarse al río, alegre, pero de repente, buscando desesperadamente entre el gran océano las gotitas de agua que él ha llevado y que se confunden con la de otros ríos que han perdido las suyas. Imaginar las ramas del árbol secarse sin que él pueda moverse y evitarlo...las flores marchitándose, suplicando su ayuda que nunca llega. Estar encadenado en una noria. La gente entra en tu vagón, vais subiendo, le enseñas las preciosas vistas, y luego, sin poder moverte, se bajan y se van. Con tantos atardeceres y amaneceres...con tantas vidas por recordar...Con memorias y palabras vacías que poder escribir. Con luces que se encienden por la noche para iluminarte y no perderte en la oscuridad, que no te dejan dormir cuando las garras del sueño ocultan tu mente. Todo está en silencio mientras tu estás despierto, y por la mañana escuchas las risas y alegrías de la gente de la montaña rusa de al lado, con ganas de dormir... Y mientras el corazón de la memoria late y despierta en ti deseos inacabados, el humo de palabras vacías que se consumen en tu interior te dice: "Eres un gran hombre" Y, sin embargo, sólo soy un gran hombre.

viernes, 15 de julio de 2011

Llamas de luz nocturna


Alza tu mirada con los ojos cerrados. Abre los ojos eternamente. Cierra tus párpados y piensa: ¿qué faltaría en la vida sin tus nubes? No habría cielo, no habría nada que ocultar en él. Tu vista desnuda mira lo que nadie quiere ver. Porque buscas en el horizonte y no encuentras nada. Sólo puedes ver como en el lejano lugar que nunca nadie logra alcanzar se posan tus deseos como palomas en el viento. Y la gran señora nube del abismo del lugar donde siempre llueve te tapa y te dice: "No mires hacia allá. ¿Qué esperas encontrar en el horizonte? ¿Vas a ver como roba tus deseos y los convierte en luz del crepúsculo? ¿Vas a disfrutar viendo tus ilusiones convertidas en estrellas de lugares lejanos donde nadie jamás podría soñar alcanzar? Y tus sueños se desvanecerán en las gotas de la lluvia que próxima a tu hogar he de derramar. Así pues, duerme. Duerme por una vez más, antes de que el frío aguacero desate su caudal." Ignoras a la nube y corres, esperando alcanzar el horizonte donde viven tus sueños, vuelas, nadas y saltas, ríes, lloras y caminas durante toda tu vida tratando de tocarlo... Hasta que te das cuenta de que en realidad ya lo has visto todo, que has vuelto al mismo lugar que al principio, donde comenzaste tu viaje. Y cuando te quieres parar a darte cuenta de que aún puedes jugar en él, sin sueños, sin deseos, sin ilusiones...te das cuenta de que el sol está a punto de ponerse, de que la luna se despierta y de que el horizonte poco a poco va difuminándose entre la oscuridad de la noche, de que tus deseos y tus sueños han desaparecido, y de que tus ilusiones están tan lejanas como las estrellas que se van apagando bajo la lluvia que te hundirá y marcará el final de tu camino por este mundo. 

jueves, 7 de julio de 2011

El iris en sepia



Y dicen que aun te queda tiempo. Y luego te responden que te queda empezar la primera palabra, exclamar tu primer punto bajo una interrogación. Desentonar una nota para que suene bien en el alma de otra persona rota. Cristalizar un deseo en una margarita que quiere llegar a ser rosa. Templar una mirada en acero recio y reflejar el limo de unos ojos nublados por las lágrimas. No dudarán en destruir la casa de cajitas que una vez fue tu castillo, un refugio que te protegía mejor que la almena de la más alta montaña. No vacilarán a la hora de arrebatarte la pelota que la noche anterior fue prometida muchas horas de diversión. No se pensarán dos veces enterrar el cadáver de la mascota que te había jurado lealtad desde que te conoció, y mentirte si es necesario para ahuyentar tu dolor unos cuantos años más. No podrás evitar que arranquen el dibujo de tu infancia sobre la realidad más feliz que jamás habrás podido observar, para que no te des cuenta de que Utopía existe en realidad. No se detendrán a la hora de quemar con un rayo el juego que tu hermano te trajo de recuerdo de su feliz estancia en el mundo inexistente antes de respirar el pesado aire de la vida. Los hombres grises son imparables. Juegan a la ruleta con tus mayores ilusiones, pues traen la desgracia, la quitan el "des" para convertirlas en desilusiones y se quedan con la gracia. Se alimentarán de tu pena, no pienses que le vas a dar un poco, no te quedará nada. Verás como te consumirás poco a poco en los recuerdos que un día te fueron arrebatados...Y es entonces cuando te das cuenta de que un día, el color se va de tu vida y te quedas vacío...y te das cuenta de que eliminaste tu pasado pensando que ese mundo no existía... Echa el ancla, vas a naufragar, te queda el pequeño barquito de cáscara de nuez, que adornado con velas de papel, te quiere rescatar...Pero, abandonado por el mundo del color, ya eres demasiado grande para entrar en él y poder disfrutar de las pequeñas gotitas doradas de miel.

martes, 21 de junio de 2011

Litha


Hay veces que sí, a pesar de lo que pueda opinar mi propia mente, me decido por escuchar el rumor de la crepitante hoguera que se enciende por estas fechas. El fuego fue el mensajero de la última voluntad de todos cuantos terminaron su existencia en él, el fuego guarda todo lo que dejamos en esta vida y lo lleva sobre sus llamas. Es gracias a ello que con su luz descubre todo lo que oculta nuestra alma insensata, todo lo que guarda con recelo para evitar ser quemado por la luz de la noche. Y es, pues, que al fin y al cabo, todo lo que ocularmente imposible es, en realidad no lo es, y lo que es, no es nada. Es solo la misma razón por la cual miramos indecisos, protegidos por una fina capa de húmeda maceración, a los restos cenicientos de la hoguera que antes saltamos para alejar los males del día que vuelve a nacer en verano, una vez más. Es el de ese fuego que quiere ser sol en la noche, y que quiere serlo en nuestro corazón. Vuelta la mirada al campo, se descubre que las semillas de la gloria no han crecido todavía, y que el campo sigue lleno de rastrojos del verano anterior. Pero estoy cansado de recoger las hierbas únicas que cosecho, qúemalas, vuelve de nuevo a la razón. Aún queda el campo por regar, tábula rasa para este verano, tábula rasa por el anterior.