viernes, 5 de agosto de 2011

Noria de la memoria


Y bien...¿de qué le sirve a un río llevar agua hasta al mar...si luego va a morir? ¿De qué le sirve a un pequeño arbolito crecer sus ramas y prender fuego a sus flores...cuando luego no puede verlas? Que si, que si... Que si no quedan palabras para explicarlo no es el problema de nadie. Simplemente...es su destino. Vivir para morir. Imaginarse al río, alegre, pero de repente, buscando desesperadamente entre el gran océano las gotitas de agua que él ha llevado y que se confunden con la de otros ríos que han perdido las suyas. Imaginar las ramas del árbol secarse sin que él pueda moverse y evitarlo...las flores marchitándose, suplicando su ayuda que nunca llega. Estar encadenado en una noria. La gente entra en tu vagón, vais subiendo, le enseñas las preciosas vistas, y luego, sin poder moverte, se bajan y se van. Con tantos atardeceres y amaneceres...con tantas vidas por recordar...Con memorias y palabras vacías que poder escribir. Con luces que se encienden por la noche para iluminarte y no perderte en la oscuridad, que no te dejan dormir cuando las garras del sueño ocultan tu mente. Todo está en silencio mientras tu estás despierto, y por la mañana escuchas las risas y alegrías de la gente de la montaña rusa de al lado, con ganas de dormir... Y mientras el corazón de la memoria late y despierta en ti deseos inacabados, el humo de palabras vacías que se consumen en tu interior te dice: "Eres un gran hombre" Y, sin embargo, sólo soy un gran hombre.

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