lunes, 4 de abril de 2011

Ahora, hasta el momento en el que muera




Soy yo, ¿me recuerdas? Siempre estuve aquí. Y es algo que siento que no miento.

No estás en mis ojos. Desaparece de mi mirada. Apártate. Arde en fuego lento. Déjame escoger entre un mar de llamas las rosa más delicada. Déjame ver cómo sus cenizas se las lleva el viento. Déjame ver en el humo tu figura fugitiva. ¡Y desvanécete! ¡Márchate! ¡No cubras el sol, humo de la mentira! ¡Algo ocurrió! ¡Mi fuerza no es un simple girasol que gira ante un astro tapado por vapor! ¡Es el alma de todo ser viviente que lucha por morir en un campo de espinas! Soy el vidrio de tu mirada condenada. Reflejo en un reloj la hora de tu destino incomprendido, de los hilos de nuestra adicción y la tela de nuestra misión que siempre acaba en fracaso. Soy el desierto de un jardín anticuado, de hiedra marchita que recita poemas a la nada que nunca acaba, a la sangre que hierve en mis restos finados ya por el tiempo en verso. Soy el incienso de tu funeral anticipado, el que vive en los pulmones de los que, a diferencia de uno, pudieron atreverse a mirar con sorna tu féretro sin llegar a verte. El que vigila y escucha...el que juzga en silencio. El que finge ser un ser fingido. El que con plumas del futuro presenta tu pasado consumido. Y el que fatalmente te apuñala cuanto mas lejos te encontraba. Esa estatua maliciosa con mirada perniciosa que siempre se vuelve a mirar como un ventrílocuo inocuo que decide su propio camino libre de ataduras del señor ya perdido. No, nunca serás la amiga de las estrellas ni el amigo del corazón que sin razón gobernaba las teselas de la mente sufrida ya en el agua de la emoción. Aún mi fuerza no ha acabado: está latente en el único sentimiento que nunca miento y que aún no has conocido. ¡La furia! ¡De las furias que con cantos irreverentes por llegar a volver a verte llevan mi alma a curtirse en el fuego del infierno purgatorio al que llamamos oratorio! ¡Las que viven en todos lados donde haya querer! ¡Las que obligan a dejar de ser! ¡Las que, alimentándose de mi amor nunca cerrado se apoderan de quien quiere hacerte caer...!

En realidad miento, lo siento... Nunca estuve allí, no me recuerdas. Porque sabes que no soy yo, se lo llevó el viento. 

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