miércoles, 3 de octubre de 2012

Eterno en el fin


Tiene un reloj por corazón.

Es de esos de bolsillo. Pequeñito y de cuerda. La gente puede oír el pasar de las agujas a su vera. Puede acordarse de que perecerán. Se vuelven viejos a cada segundo, cada minuto que pasan es una agonía para ellos.

Aquel que viaja en el tiempo es porque no lo entiende. Aquel que lleva el reloj en su corazón es el único que no envejece. Aquel que lleva la maldición marcada en su sino.

Todas las medianoche, bajo la luz de la luna, se da cuerda. Los días de eclipse se le olvida. Bajo el resplandor del cosmos vaga, atraviesa los mares del sueño. Se lleva los deseos de aquellos que no duermen, y nunca encuentra lo que busca.

Bajo la luz del sol no es nadie. Simplemente es lluvia, proyección de arco iris. La gente corre, mira sus muñecas, busca el tiempo que cree haber perdido, no saben que él lo roba.

Cuando buscan entre los robles es un fantasma. Invisible, es solitario sin lágrimas que añorar. Incomprendido, se lleva la vida de la gente, esperando acabar con su sufrimiento.

Oculto entre los bosques del tiempo es eterna juventud. Juventud solitaria, donde no cabe el morir. Atado por la cuerda que le da vida. Ahorcado por la soga que no le da fin.

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